Diario de una mami primeriza que, con balbuceos y pequeños pasitos, se va adentrando en un mundo totalmente nuevo y maravilloso, ¡el mundo de la maternidad!



lunes, 9 de mayo de 2011

Cesárea programada II

¡Hola de nuevo!
Disculpad la espera, os dije que os escribiría después de la cesárea y ya ha pasado un mes... sin duda no tenía ni idea de lo que me esperaba cuando dije que escribiría al día siguiente de la operación. Os cuento.
No sé si todas las cesáreas son iguales, es decir, no sé si todas las mujeres sufren lo mismo con una cesárea, pero os contaré mi caso, paso a paso:
Ingreso en el hospital el miércoles 6 de abril a las 6 de la tarde. Llegué con mi madre ya que mi marido salía de trabajar a las 7. Me metieron a monitores durante casi una hora, y luego me pusieron la vía en la muñeca. Se supone que esto apenas duele, pero no fue así para mí. En la vía te sacan sangre para hacerte análisis en ese momento, y conmigo resultó que los botes no iban bien y estuvo la enfermera al menos 10 minutos urgando, moviendo, clavando, y no había manera. No quiero ni recordar lo que me dolió aquello, de verdad que fue mucho dolor, y yo pensaba "empezamos bien...".
Luego me llevaron a la habitación, y allí estuve hasta que me entraron la cena con unas pastillas para proteger el estómago (no sabía yo para qué...). Pasamos la noche sin apenas dormir, muchos nervios, la cama muy dura, y el sillón de mi marido tres cuartos de lo mismo.
Jueves 7 de abril: se me llevan a la sala de dilatación a las 8 de la mañana, y tanto los que me esperaban fuera como yo pensábamos que en una horita estaría ya todo terminado. Resultó que había otra cesárea y la cogieron a ella primero, así que allí me quedé esperando en la sala de dilatación. Entraban y salían enfermeras, matronas, y sobre todo, chicas de prácticas. Debo decir que eran todas muy majas, se presentaban, hablaban conmigo e intentaban tranquilizarme, porque os debo confesar que mi cuerpo no paraba de temblar, y no podía controlarlo, de los nervios y el miedo escondido que sentía. Me pusieron la sonda para el pis, que por cierto es bastante incómoda, escuece (pero no duele). Llamaron al cabo de mucho rato a mi marido para que estuviera un rato conmigo (menos mal porque estuve allí hasta las 11). Y luego llegó el momento... a quirófano. Dos mujeres mayores muy amables y con un trato muy cálido me llevaron hasta un pasillo donde el anestesista, también muy simpático, me hizo algunas preguntas (todo esto con mi cuerpo temblando de los pies a la cabeza, como si tuviera convulsiones, pero eran temblores incontrolables). Yo no paraba de disculparme, les decía que no sabía por qué temblaba y todos me decían que era normal, que estuviera tranquila, que no pasaba nada...
Entré en el quirófano, me senté en la mesa y una de las mujeres me sujetó con la espalda curvada para que el anestesista pudiera ponerme la epidural..."no te muevas", y yo cagada de miedo (perdón por la expresión), pero tengo que decir que no se nota nada, no noté absolutamente nada, ni pinchazo, ni nada de nada. Entonces me tumbaron con la cabeza un poco más baja que los pies, me pusieron la tela que no te deja ver el resto del cuerpo ni a los que te operan, y el anestesista me pellizcó en la tripa..."No notas esto verdad?" "Sí que lo noto!!". Si ya estaba nerviosa, no os puedo ni explicar cómo me puse cuando se suponía que ya no debía sentir nada de tripa para abajo y yo aún sentía todo, no paraba de pensar "¿¿¿¿y si me empiezan a cortar y yo aún siento????". Estuvimos unos cuantos minutos así, cada vez me inclinaban más la cabeza y levantaban más los pies, para que la anestesia corriera rápido. El anestesista me decía que tendría que ponerme anestesia general, y yo no quería porque entonces no vería a mi bebé... son muchas cosas para un momento así, son demasiados pensamientos, demasiadas cosas desconocidas...
Al final dejé de sentir las piernas, y empezó la operación. Os tengo que decir que no es nada agradable oír las famosas palabras "bisturí, aspirador,etc" mientras notas tirones y toqueteos en la tripa, porque se nota todo pero no se siente nada. Entonces noté cómo iban presionando la tripa y oí "ya veo las nalgas" y en un minuto sacaron a mi bebé; yo ví dos manos con mi bebé chorreando de líquido amniótico y de repente su llanto, y lloré... lloré de felicidad y de impotencia, de saber que mi bebé ya estaba en el mundo y yo no lo podía coger ni tocar ni ver ni sentir.... ahora que os lo estoy escribiendo me vuelven las ganas de llorar.
Se lo llevaron, no sé dónde porque nadie dijo nada, ellos terminaron con la operación, y al cabo de un tiempo, unos minutos supongo, me lo volvieron a traer ya limpio y tapadito, me lo acercaron a la cara para que le diera un beso, y adiós de nuevo.
Los médicos fueron todos muy majos, estuvimos hablando de cosas durante la operación, se pasó rápido, y cuando terminaron me llevaron a la sala de obervación. Estuve una hora y media, más o menos, y no podía dejar de sonreir al recordar los poquitos segundos que había tenido contacto con mi pequeñín.
En la vía tenía puesto suero y también calmantes (nolotil), y ya no notaba nada de la sonda ni el dolor de espalda por culpa de la cama del hospital.
Cuando vieron que todo iba bien me llevaron a la habitación donde estaba mi marido con el bebé en brazos; salieron las visitas para que pudiéramos estar solos, y lo peor de todo para mí es que no le podía coger en brazos. Mi marido me lo puso a mi lado en la cama y por fin pude estar cerquita de él.
Por cierto, se supone que el padre tiene derecho a estar 2 horas piel con piel con el niño, aseguráos de eso porque entre pitos y flautas él sólo estuvo media hora, y nada de inmediatamente después del nacimiento, entre que una enfermera preguntaba unas cosas, otra revisaba unos papeles, y mil historias, el bebé estuvo su primera hora de vida dentro de la cuna sin contacto alguno con nadie.
Y esto es lo que sucede en una cesárea, supongo que esto es lo común a todas las cesáreas. Ahora seguiré contando mi historia particular.

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