Diario de una mami primeriza que, con balbuceos y pequeños pasitos, se va adentrando en un mundo totalmente nuevo y maravilloso, ¡el mundo de la maternidad!



martes, 20 de septiembre de 2011

Cesárea Programada III

Os tengo que confesar que no recuerdo exactamente qué sucedió después. No recuerdo las palabras entre mi marido y yo, no recuerdo qué hicimos! (la matrona ya nos avisó que son momentos tan intensos que a veces se te olvidan cosas).  Lo que sí recuerdo es la imposibilidad de coger a mi niño en brazos, me refiero a estar de pie o sentada y sostenerlo en brazos sin que nadie te lo aguante. Me sentí tan mal... le necesitaba tanto y no podía casi cogerle!! Mi marido me lo puso entre mis brazos, claro que sí, pero sin él no podía cogerlo sola. Y mi primer día como madre pasó así, sin poder coger a mi bebé y abrazarlo y darle el pecho como cualquier otra madre.
A parte de esto, por si no era suficiente para mí, por la tarde sufrí tanto dolor, tanto, tanto dolor. Nadie me dijo que eso podía pasar, nadie me contó que algunas cesáreas terminan con dolores fuertes. Nadie!! Pero no fue solo por la herida, fue por los entuertos que sufrí, todos de golpe, todos en 4 horas, todos. Era como tener unas manos dentro de la tripa apretando todo el rato. No podía dejar de llorar, y a la vez no podía llorar por el dolor de la tripa, apenas podía ni hablar!! Pedí más calmantes pero la enfermera de prácticas que me atendió de mala gana me dijo que hasta que no pasaran justo las 6 horas no podía ponerme nada más. Luego, por la noche, una enfermera mayor me dijo literalmente "Te voy a poner otro calmante que aunque no te toque aun no pasa nada, no quiero verte sufrir tanto". Es decir, que si la enfermera de la tarde hubiera tenido alma, no me habría hecho pasar por aquél infierno.
¿Y qué hacía mi bebé mientras yo me moría? dormir. Estuvo toda la tarde durmiendo, como si supiera que debía estar tranquilito para que yo no sufriera más.
¿Y qué pasó también? que desde ese día, para mí, mi suegra ha dejado de ser alguien a quien respetar. Les pedimos a nuestras familias que por favor, hasta que no les llamáramos no vinieran a vernos porque yo no iba a tener un parto normal, iba a operarme, y no sabíamos cómo estaría luego. Mi familia lo respetó al 100%. Pero ella, mi suegra, no le dijo nada a nadie, así que todos vinieron, y cuando digo todos, digo 11 personas  a la vez, en la habitación, justo por la tarde cuando yo me estaba retorciendo de dolor. Y nadie me preguntó cómo estaba. Para mí fue horrible, no sólo el dolor físico y psíquico (por no poder estar con mi bebé como dios manda), sino el descubrir la falta de afecto y respeto que mi suegra tenía por mi. A ella solo le importaba que todas sus hermanas le dijeran "enhorabuena, ya eres abuela!". Y aún estamos esperando que nos diga, a su hijo o a mí "enhorabuena, ya sois papás, es un bebé precioso", o algo parecido. Nada. Ni me preguntó por mí, por la operación, por qué había vivido allí dentro del quirófano, cómo había sido, nada de nada!! ni ese día, ni al otro, ni al otro, ni nunca.
La noche la pasé mal, pero mejor comparado con la tarde. Al día siguiente me levantaron entre dos enfermeras. Qué sensación más dolorosa cuando te levantas... parece que se te vaya a abrir todo! Fui muuuy poco a poco hasta el baño. Y luego volví a la cama. Pasé el día con calmantes y todavía sin comer. Me levantaba a ratitos, andaba un minuto y me volvía a acostar o sentar. La gente siguió visitándonos, y estábamos agotados y sin ganas de ver a nadie. Porque por muy feliz que estuviéramos, la situación después de la cesárea no es agradable para que todos te vean, al menos en un hospital público.
Por la noche me dieron de cenar blandito. Y poco a poco fui pudiendo coger a mi bebé en brazos, estar de pie con él , le pude cambiar el pañal al 2º día, ya podía cuidar mejor de él.
Y al 4º día me dieron el alta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario